El alzhéimer es una enfermedad
neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos
conductuales. Se caracteriza, normalmente, por una pérdida de memoria y otras
capacidades mentales a medida que se van muriendo las células nerviosas.
Esta enfermedad es la forma más
común de demencia en personas de avanzada edad y existen 3 tipos en función de
la etapa en la que se encuentre. Estos son: estadio leve, donde la enfermedad
todavía pasa desapercibida; estadio moderado, donde comienza a resultar
evidente para familiares y personas más cercanas; y estadio grave, donde todas
las áreas cognitivas de la persona enferma se encuentran afectadas o dañadas.
La causa principal de aparición
de esta enfermedad es la reducción de producción, por parte del cerebro, de una
sustancia conocida como acetilcolina que permite que las células nerviosas se
comuniquen entre ellas.
Aunque es muy difícil determinar con
certeza quién va a padecer alzhéimer y quién no, existen una serie de factores
que pueden aumentar las posibilidades de padecer esta enfermedad, como son: la
edad, suele afectar a mayores de 65 años; el sexo, las mujeres la padecen con
más frecuencia; herencia familiar, se estima que el 40% de gente que padece
alzhéimer cuenta con antecedentes en su familia; el factor genético, podría estar
asociada a mutaciones en el gen de la apoliproteína E; y factores
medioambientales, el tabaco o dietas altas en grasa se manifiestan como claros
factores de riesgo de esta enfermedad.
Con respecto a los síntomas, en
un primer momento surgen pequeñas pérdidas de memoria casi imperceptibles, con
el paso del tiempo esto se va notando cada vez más. Estas pérdidas de memoria
pueden llegar a afectar al habla, a la comprensión, lectura e incluso al hecho
del escribir.
Algunas de las principales
recomendaciones que nos ofrece el equipo médico es la detección precoz de los
primeros síntomas y ejercitar la memoria y capacidad intelectual.
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