El trastorno bipolar es una
enfermedad mental severa que provoca cambios de ánimo poco comunes en las
personas que lo padecen. Dichas personas pueden pasar de una euforia inmensa a
un estado de tristeza y desesperanza absoluta, y así sucesivamente. Estos
extremos reciben una serie de nombres, manías, en el caso del estado de euforia; y
depresiones cuando se trata del estado de tristeza.
Este tipo de trastorno suele
durar toda la vida y con frecuencia tiene su inicio en los últimos años de la
adolescencia o al comenzar la edad adulta, aun así, también existe la posibilidad
de que los niños lo padezcan.
Dentro del trastorno bipolar se
han identificado cuatro subgrupos, que son los siguientes: está el trastorno
bipolar I, en el que la persona experimenta episodios maníacos tan severos que
necesita atención hospitalaria; el trastorno bipolar II, que cuenta con
episodios depresivos combinados con episodios hipomaníacos, el trastorno
bipolar no especificado, cuando la persona cuenta con síntomas pero no llegan a
alcanzar el nivel de gravedad del tipo I o II sin embargo están en una
categoría superior a la normal; y por último, el trastorno ciclotímico o tambén conocido como ciclotímia, que se trata de una
forma leve de bipolaridad.
Con respecto a las causas de este
trastorno, todavía es algo que no está del todo claro y sobre lo que se siguen
haciendo investigaciones. Además, existen una serie de factores que contribuyen
a la aparición de este, y son, los genes, ya que se sabe que la enfermedad es
hereditaria; y la anormalidad en la estructura y funciones del cerebro.
Este tipo de trastorno no tiene
cura pero existen una serie de tratamientos que ayudan a reducir y controlar
los episodios. Para esto, se usan medicamentos de distintos tipos, terapias de
distintas clases como por ejemplo las terapias de diálogo, y a mayores existen
otras alternativas para aquellas personas que no responden ante los
medicamentos ni terapias y es el uso de técnicas electroconvulsivas o también
denominado terapia de choque. En la mayoría de los casos, el tratamiento ayuda
a reducir la frecuencia y severidad de los episodios, por lo tanto, facilita el
hecho de llevar una vida sana y productiva. La ausencia de tratamiento en
personas que padecen trastorno bipolar puede llegar a dañar las relaciones
personales, afectar a su mundo académico y/o laboral o incluso derivar en
suicidio.
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