La esquizofrenia es un diagnóstico
psiquiátrico que se emplea, en personas, para denominar a un grupo de
enfermedades mentales o trastornos mentales graves caracterizados por una serie
de alteraciones de la personalidad, alucinaciones y por la pérdida del contacto
con la realidad. Como cuenta con un carácter deteriorante y que se
diagnosticaba a edades tempranas se le denominó “demencia precoz” en un
principio.
Al contrario que en otras
enfermedades mentales, en esta, no existen pruebas diagnósticas ni exámenes que
ayuden a verificar la existencia de esta enfermedad. En el diagnóstico de la
esquizofrenia se hace uso única y exclusivamente de la observación de aquellos
signos y síntomas que nos indican su presencia, así como de la exploración de
las vivencias de la persona y haciendo uso de las fuentes de información más
cercanas como familiares, amigos o vecinos.
Los síntomas más habituales con
los que cuenta esta patología son: delirios, que consisten en ideas erróneas de
las que el paciente está convencido; alucinaciones, que se trata de percibir
algo que en realidad no existe; trastornos del pensamiento, es cuando el
lenguaje del paciente se hace incomprensible; aislamiento, los pacientes se
encierran en sí mismos; o el deterioro de las emociones, que puede llevar a una
ausencia de los sentimientos donde los pacientes se muestran inexpresivos y se
comportan con frialdad.
Con respecto a las causas de esta
enfermedad, el origen concreto de esta se desconoce pero es posible la
existencia de varios factores que estén implicados en su aparición como:
alteraciones precoces del desarrollo del cerebro, la predisposición genética
(existencia de antecedentes familiares), alteraciones en sustancias del cerebro (neurotransmisores) o infecciones en el embarazo y complicaciones en el parto.
El tratamiento habitual y actual
para esta enfermedad es el uso de medicamentos, denominados neurolépticos o
antipsicóticos. Este tipo de medicamentos tienen la capacidad de corregir y
actuar sobre los desequilibrios de los neurotransmisores. Además, está lo que
conocemos como terapia psicosocial, que consiste en mantener al paciente
ocupado bien a través de talleres, centros de día, grupos de autoayuda…
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